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27 de enero de 1994 |
Una vez me dijeron que una persona no muere si no muere su recuerdo y estoy del todo de acuerdo con esa afirmación, porque ahora estás en mi mente constantemente, como nunca antes lo habías estado.
Parece que mis sueños te dedican cada noche de mi vida por no haber estado contigo en la más importante y es una forma de seguir teniendo contacto contigo, poder hablarte y escucharte como si nada hubiera cambiado.
Y aunque en uno de mis sueños me perdonaste por todo lo que te pudiera haber hecho, una vez más... perdóname por todo.
"Merda, merda, merda" decía mi bisabuela encamada. Me acerqué a ella a preguntarle que le pasaba, a lo que me contestó "hay un hombre en mi ventana". Seguramente la muerte a la que tantas veces le había dado esquinazo, a la misma a la que miraba con sus ojos azules con odio y le decía "merda", intentando así alejarla de ella una vez más.
Mierda le digo yo también por llevarse a aquellos que no debe, mierda por dejar vivir a una mujer mas de 100 años y llevarse a un joven de 17. ¡MIERDA!
Esta noche soñé con un niño recién nacido que comenzó siendo mi hermano pequeño Miguelito, pero cambió a ser el hijo que esperaba mi tío. El sueño cambió a pesadilla.
Un policía iba detrás de mi tío por un motivo desconocido, le pegaba un tiro y moría dejando a su hijo recién nacido huérfano y a su sobrina, yo, llorando por las esquinas. Más tarde, el niño pasó a ser el hijo de un amigo y yo su hermana, la historia se repetía. Íbamos mis hermanos y yo por la calle cuando veíamos un cartel en el que ponía "médico"; nuestro padre lo era y al leer esa palabra después de lo ocurrido, pronunciándola se nos atragantaba, como si se cortara en nuestra garganta de niños.
Al despertar salió de mi boca la palabra "mierda" con odio y tristeza, dándome cuenta de que ese amigo mio de verdad no estaba, al ver que no pudo hacer su vida como cualquier otra persona, tener hijos o conseguir terminar la carrera de médico, al ver que su vida aun estaba en el inicio y que no pudo completar como aquella vieja que gritaba a la ventana para ahuyentar a la muerte una vez más.